Champú a medida.
A la hora de lavarte el pelo, elige un champú específico, según tu cabello: graso, seco, fino… Si no lo tienes claro, consulta a tu peluquero. Y recuerda que puedes lavártelo a diario. Al aplicar el champú, masajea bien el cuero cabelludo con las yemas de los dedos para estimular la circulación; y si lo tienes graso, date dos jabonadas.
Acondicionar.
Aplica un suavizante y, mientras actúa, desenreda tu pelo con un cepillo de púas muy separadas. Evitarás que las puntas se abran y, además, tu pelo quedará suave y sedoso. Y si lo tienes mate y apagado, mezcla el acondicionador con un chorrito de vinagre de sidra. Lo dejará hiperbrillante.
Aclarar en 2 minutos.
Es fundamental aclararse el pelo durante dos minutos, como mínimo, para retirar el exceso de champú y suavizante, y evitar que quede apagado y pegajoso. Si lo haces con agua fría te quedará súper brillante. Para regular el exceso de grasa del cuero cabelludo, añade medio vaso de zumo de limón natural al último aclarado.