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Músculos, vértebras, venas y arterias confluyen en el cuello, que constituye una región anatómica de especial importancia.

 

Una zona que es preciso cuidar, entre otras cosas, para evitar la aparición de la temida tortícolis. Un problema que puede tener distintos orígenes: traumático, inflamatorio, postural,…

Cuando los músculos se contraen aparece de modo casi inmediato un fuerte dolor en el cuello que sólo disminuye con el reposo, y que dificulta la movilidad de éste cuando no la imposibilita. Por lo general, estas contracciones musculares hacen que el cuello pierda su posición correcta, adoptando una postura torcida, inclinación lateral de la cabeza y ligera rotación.

TORTICOLIS

Cuello torcido

Tortícolis significa el cuello torcido y ésta es su manifestación más evidente. Hay un tipo de tortícolis congénito, que está provocado por la existencia de un hematoma en el músculo esternocleidomastoideo del niño. Este hematoma provoca un retraimiento del citado músculo, con el consiguiente acortamiento del mismo.

Su tratamiento requiere medidas ortopédicas, e incluso puede llegar a ser necesaria la intervención quirúrgica. Otra forma de tortícolis congénito es la que se deriva de malformaciones o desviaciones en la columna –cifosis, escoliosis, lordosis,…- si bien éstas pueden ser también adquiridas.

Contusiones e inflamaciones

A raíz de contusiones, pueden producirse traumatismos en el cuello que supongan la contracción de algún músculo con el consiguiente dolor. Estos traumatismos se pueden originar en las partes blandas del cuello (por contusiones musculares, por heridas) y también en el armazón óseo (como resultado de fracturas o esguinces cervicales).

En otras ocasiones, y debido a infecciones o inflamaciones localizadas en la proximidad del cuello, pueden aparecer tortícolis que desaparecerán con el fin de la infección o inflamación. Son los casos de caries, amigdalitis, abscesos e infecciones vertebrales.

TORTICOLIS

De origen postural

Se trata, quizás, del tipo más común y de mayor incidencia. Conocidas de todos son las molestias que se derivan de escribir a máquina de forma continuada, o las que puede sufrir el trabajador que se ve obligado a cargar pesos afectando al cuello.

Las malas posturas en el desempeño de estas funciones hacen que, al no estar el cuello en una situación correcta, se fuercen o contraigan determinados músculos y se produzca dolor. Igual de importante será vigilar la postura al sentarse en una silla o sofá. Hay que procurar siempre que la espalda y la zona lumbar estén convenientemente apoyadas en el respaldo.

Otras causas

Una exposición continuada de aire puede producir la contracción de un músculo. En época estival, conviene alejarse de ventiladores o aparatos de aire acondicionado. También hay que tener cuidado con el ejercicio físico. Si se quiere iniciar una actividad deportiva, convendrá realizar ejercicios de precalentamiento y de educación muscular.

Cuando los músculos paravertebrales, es decir los de la columna vertebral, se contraen pueden provocar dolores de cuello, más exactamente en la región occipital. A estos dolores de cabeza se les denomina cefaleas contracturales. Estas pueden deberse a situaciones de estrés, tensión nerviosa o exceso de trabajo y casi siempre van acompañadas de malos hábitos posturales.

Se ha demostrado que el ejercicio físico continuado es un gran medio de prevención de estas contracturas, del mismo modo que resultan muy eficaces los baños de agua tibia o caliente, así como las diversas técnicas de relajación. Si la contractura ya ha hecho su aparición, lo mejor para aliviar la cefalea será aplicar directamente un chorro de agua caliente sobre la columna vertical.

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