Un trauma es una herida producida por un golpe.
A veces el golpe es físico, y hablamos entonces de un hueso roto o una lesión muscular. Y a veces el golpe es emocional y hablamos entonces de heridas psicológicas.
Estas heridas necesitan cicatrizar. Las cura el tiempo:
Vivir el presente, mirar al futuro con ilusión,
así se superan las heridas del pasado.
Es una bonita frase. Pero lamento decirte que no siempre es así.
A veces el trauma deja una herida tan profunda que se queda grabada en el inconsciente, y nuestro “vivir el presente y mirar el futuro” se convierte en una huida hacia delante.
En ocasiones es necesario volver a la raíz, y encarar la experiencia traumática.
Esto lo sabemos gracias al estudio y tratamiento del estrés postraumático. Se ha demostrado que personas que han vivido experiencias altamente traumáticas, como guerras, violaciones o catástrofes naturales, logran superar las secuelas psicológicas que les dejan estos eventos cuando consiguen hablar de los mismos.
Imagina que durante la noche tienes una pesadilla muy, muy desagradable. Al levantarte ya no la recuerdas, sin embargo, durante el día te notas especialmente tenso, o de mal humor, o en estado de alerta constante, sin saber ni siquiera por qué. Esa pesadilla sigue viva en tu inconsciente.
Si consiguieras recordar la pesadilla, ¡te darías cuenta de que fue horrible y lo pasarías mal al revivirla! Pero… también te darías cuenta de que fue sólo una pesadilla, de que ya terminó.
Las personas que vivencian un trauma, y que no necesariamente tienen que ser experiencias tan dramáticas como las antes expuestas, ya que la gravedad del trauma depende de la subjetividad con la que se vivencie el acontecimiento (así, traumas también pueden ser: un desengaño amoroso, un despido, una fuerte discusión), cuando ocultan esa experiencia, lo que están haciendo en realidad es guardarla.
El monstruo se queda dentro de nosotros.
Cuando lo contamos, a nuestros seres queridos, a nuestro psicólogo, o a otras personas que han pasado por las mismas experiencias o similares, percibimos al monstruo como un ser feo y repugnante, pero que no puede ni debe hacernos daño.
Porque ha salido, lo tenemos fuera, y ya no nos puede alcanzar.
Superamos las heridas del pasado
cuando las integramos en nuestra experiencia de vida.
Al fin y al cabo, incluso de las experiencias más terribles se puede aprender algo. Las heridas te hacen más fuerte, más listo, más bueno. Se crece más a partir de la adversidad.
Aunque no te voy a mentir. Duele. Revivir una pesadilla duele mucho. ¡Pero es que tiene que doler! Cuando el trauma es físico y vas a rehabilitación, ¿acaso no duele? Pero te recuperas.
Después de todo: la salida del dolor es a través del propio dolor.
Y se sale. Te prometo que se sale. Fuerza, un abrazo.
Muchas gracias.
En la adolescencia al salir estas situaciones complicadas, las personas solemos tener reacciones desorbitadas como receptores, sobre todo con falta de experiencia, que a veces hace tender a los emisores a no contarlas, por respeto a la estabilidad prójima, o porque le van a dar más importancia de lo que tiene. Pero es verdad que a la 3ra o 4ta vez la previsibilidad de esa exageración, da igual, al igual que el valor que tenía esa situación también se va desinflando. Y todo se equilibra en un instante. Pero cuando no se tiene experiencia se tiende a rechazar, no se pasa por ese punto de inflexión que hace que todo se desinfle, y nos cerramos.
Respecto a la subjetividad, lo curioso para mi es la interpretación del receptor, al compartir experiencias, tendemos a compararnos en lugar de escuchar verdaderamente el significado que tiene para el emisor.
No es lo mismo la pérdida de una abuela que vive en el pueblo y ves 3 veces al año, que la abuela que lleva toda la vida viviendo contigo y te ha criado, es decir no reaccionamos igual al oir “ha fallecido mi abuela” que al oir “ha fallecido mi madre”, pero será muy probable que la persona responda contestando cuándo murió la suya, o es ley de vida, en lugar de entender que signfica “abuela” para esa persona. A veces ni para con nosotros nos damos cuenta del valor real del concepto.