Dicen que la primera impresión de una persona es la que cuenta y es cierto que generalmente, el primer golpe de vista predispone nuestro carácter, de forma más o menos favorable, hacia aquellos a quienes acabamos de conocer.
El cuerpo habla con su propio lenguaje a los que nos rodean, dialoga sobre nuestro estado de ánimo, exteriorizando alegría o tristeza, ansiedad o abatimiento, expresándose al exterior a través de nuestro rostro, nuestra postura y por supuesto, de nuestras manos. Estas posibilitan, a través de nuestros gestos, otra forma de comunicación adicional y complementaria al habla, son otra manera de establecer relación con los demás; eso sin olvidarnos de todas las competencias para la que fueron tan magníficamente diseñadas: coger y asir, acariciar y golpear, aplaudir… en pocas palabras, ser el instrumento perfecto, el útil más sofisticado que la naturaleza pudo bosquejar.
Cuidados de las manos
Pero antes de hablar de los cuidados que puedan necesitar esta parte tan importante de nuestro cuerpo, vamos a observarlas un poquito más de cerca para percatarnos de como son en realidad, no sólo aquello que podemos ver a simple vista, sino también lo que se esconde bajo la aparente simplicidad de la piel.
Como todo el mundo sabe, se encuentran a continuación de nuestro antebrazo, al final de las extremidades superiores, unidas a él a través de la muñeca. Los huesos que configuran ésta ya son de por sí uno de esos magníficos diseños de la naturaleza a los que antes nos hemos referido: la muñeca está formada por ocho pequeños huesecillos llamados carpos, perfectamente bosquejados y ensamblados para proporcionar a nuestras manos la máxima movilidad. Por otro lado, la estructura de la palma de la mano está formada por cinco largos huesos, los metacarpianos, y la de los dedos la forman las falanges, tres en cada dedo, menos el pulgar, que sólo tiene dos.
De la misma forma que los huesecillos de la muñeca se encuentran dispuestos para permitirnos una amplia variedad de movimientos, los huesos de nuestra mano poseen una capacidad similar, que se complementa y se hace posible gracias a los músculos flexores y extensores que se encuentran en nuestros dedos. Este complejo sistema de músculos y huesos será lo que consiga que las manos del hombre tengan una total funcionalidad, haciendo posible una cantidad de movimientos y una precisión de características únicas en cualquier especie del reino animal.
Sin embargo, pese a la gran cantidad de trabajos que deben soportar, la piel del dorso de las manos es extraordinariamente delicada, ya que no sólo es mucho más fina que la del resto del cuerpo, sino que además posee un menor número de glándulas sebáceas, por lo que es sumamente sencillo que se reseque y estropee. Si a ello le sumamos que es una de parte del cuerpo continuamente expuesta no solamente a las agresiones del exterior, sino también a determinados agentes dañinos como jabones o detergentes, obtendremos como resultado unas manos ajadas, ásperas y completamente descamadas a menos que tomemos la determinación de ocuparnos de ellas como realmente se merecen.
Para ello, el primer paso que debemos dar es examinar a fondo nuestro tocador y desechar todo tipo de jabones fuertes y detergentes; y sustituirlos por otros que no resulten tan agresivos para la piel, que respeten su pH natural. También podemos encontrar en el mercado nuevos productos encaminados a tratar las manos delicadas, como jabones que incluyen en su fórmula crema hidratante, cuyo uso habitual nos ayudará no sólo a mantener una correcta higiene, sino también a evitar los efectos negativos que los detergentes tienen sobre ellas. Por otro lado, es imprescindible que, después de lavarlas, las sequemos cuidadosamente, sobre todo en invierno, cuando el frío del exterior más puede perjudicarlas.
El siguiente paso en el cuidado de nuestras manos es, sin ninguna duda, el más decisivo a la hora de plantearnos que los años pasen por ellas sin que se noten: si quieres tener unas manos “de película” no te olvides de hidratarlas y nutrirlas bien. En el mercado encontrarás una gran variedad de cremas hidratantes para ellas, muchas de ellas de absorción rápida, que evita la sensación de grasa. Aplícala todos los días, dando un suave masaje circular, que además conseguirá mejor su circulación, hasta que la piel se haya impregnado por completo. Por otro lado, también existen cremas nutritivas que nos ayudarán a mantenerla joven y con ese aspecto lozano que las hace tan bonitas. Además, podemos aplicarnos una mascarilla una vez al mes, a ser posible al acostarnos, esparciendo sobre ellas una capa gruesa y protegiéndolas con unos guantes de algodón.
Por último, volvemos a recordarte que, en la impresión general que da una persona a simple vista, el aspecto de las manos influye de forma más que decisiva, por lo que nuestro consejo no puede ser otro que el animarte a cuidarlas, para mantenerlas tan suaves y atractivas como siempre las has querido tener.
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