Prevenir que los errores se
conviertan en fracasos
[21-05-2020]
Observando el amanecer, un pletórico día se vaticina, los últimos murciélagos coinciden con los primeros gorriones, cediéndose el testigo para una nueva jornada de preciosa primavera, disfrazada de verano.
Todo se empaña cuando, agarrado a una taza de café, uno se pone al día con la actualidad. Las noticias, de por sí poco halagüeñas, están repletas de las hazañas, andares, dimes y diretes de gobiernos y oposiciones, de dirigentes políticos, de vehementes tertulianos, de manipulaciones temerarias, de ciudadanos irresponsables, de todo un elenco de especímenes representantes de ese ecosistema social que rezuma una falta de honestidad tremenda.
Me planteo que el valor de la honestidad, realmente, no solo nos dignifica como personas, sino que podría actuar como un mecanismo de paz, de equilibrio, ya sea mental, social, individual o colectivo. Porque este concepto de honestidad es la semilla de otra de las más hermosas de las relaciones humanas, la confianza, que tanto cuesta encontrar en estos azarosos tiempos.
La deshonestidad campa a sus anchas, presumiendo de su victoria como orgulloso caballero vencedor de la batalla. Se ha extendido contagiandolo todo, como otro aterrador virus. Sus síntomas son evidentes en todas las esferas sociales con mayor o menor intensidad.
Pero aun no está todo dicho, ha ganado la batalla, pero todavía no ha ganado la guerra, un poco de fe. La honestidad es más necesaria que nunca, es una cosa “relativamente fácil” de poner en practica para buscar la felicidad. Es la base de los valores y principios fundamentales, conduciéndonos a una vida más plena. La honestidad todavía no ha sido vencida, puede que corte el paso al engaño abriéndose camino a través de la artimaña y la mentira.
La honestidad no se trata de decir la verdad solamente, se trata también de ser real con nosotros mismos y con los demás sobre quienes somos y cuales son nuestras necesidades, nuestras pretensiones, nuestras verdaderas intenciones.
Pero la honestidad en un regalo muy “caro”, así que no debemos esperarla de cualquiera, como nos demuestran las noticias cada día. No obstante el valor de la honestidad nos hace libres, nos permite soltar lastres como la falsedad o el quedar bien. No está mal ser claros, desde el respeto, no está mal aprender a decir “no”. Aunque a veces se pueda perder alguna relación por el camino, si ese jarrón se ha roto quizá era porque debía romperse. Al contrario, lo más saludable se dará cuando mantengamos relaciones honestas en un ambiente de reciprocidad, y esto nos vale en todos los aspectos de nuestra vida, ya sean a nivel individual o colectivo.
Probablemente hablar claro, decir lo que pensamos y necesitamos pueda crear límites de cierta protección, pero también construirá puentes por los que pueda transitar la confianza. A nivel social la honestidad puede crear también muchas discrepancias, sobre todo a los que no toleran que se les contradiga o que hagamos uso de la sinceridad. Pero hay una evidencia, a mi juicio, este tipo de honestidad sincera debería ser norma en nuestra sociedad. De nosotros depende, pues ser honestos es la forma más rápida de prevenir que los errores se conviertan en fracasos.
Buen día a tod@s!!!
Os quiero Bandid@s!!!
“Ser honesto puede no hacerte conseguir muchos amigos pero siempre te dará los mejores” John Lennon
Como “hilo musical” de estas palabras os voy a dejar un “bello tango”. cómo Hindi Zahra titula este elegante y precioso tema, “Beautiful Tango”…para empezar la mañana con buen sabor de boca.